"Aquella noche llegó a casa tarde. Venía cansado, enfadado y algo bebido. Le pregunté si estaba bien, él me miró a los ojos fijamente. Era la primera vez que los veía tan vacíos. Y entonces me dijo:
- ¡Callate! No te creas alguien digna de juzgarme. Las mujeres no servís para nada, pero os creéis irremplazables - y escupió al suelo.
Mientras sonaban esas palabras, en mi mente aparecían imágenes de todos nuestros viajes, besos y bailes. Se nos veía felices, muy muy felices. Lo que eramos.
Cuando su saliva tocó el suelo volví a la realidad. Una lagrima cayó por mi cara. Me giré, fuí a la habitación, cogí mi maleta, metí varías cosas y me fuí.
Nunca más volví a verlo. A pesar de sus miles de mensajes pidiendo perdón y de sus constantes llamadas.
Se acabó."
¿Esperabáis otra cosa? ¿Es demasiado exagerada?
Estoy cansada de que historia tras historia, las protagonistas lo perdonen todo y le resten importancia a las faltas de respeto y los errores. Si no se cuenta como una mujer es lo suficientemente independiente, libre, madura y valiente como para saber que tiene que hacer ante desprecios y humillaciones; yo la escribo.
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